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LA HISTORIA DETRÁS DEL CUENTO


ENTREVISTA A SANTIAGO DÍAZ


Por: Johanna Marcela Rozo Enciso.

En mi adolescencia conocí los cuentos de Santiago Díaz, los leía todas las semanas, me emocionaron tanto que empecé a coleccionarlos; los recortaba y los pegaba en mi cuaderno de notas,  que todavía conservo como recuerdo intacto de mis primeros pasos por la lectura.

El nombre del autor – Santiago- era tan solo una designación; pero podía imaginar al autor como un hombre sensible y profundo, que capturaba lectores a través de esa novedosa técnica del cuento dibujado. Santiago hablaba en sus cuentos de la condición humana, de la filosofía de la  cotidianidad, del amor, la familia, el afecto. Sus obras llenas de color salían publicadas en el periódico “El Tiempo” cada domingo y hoy podemos encontrar parte de su obra en la red.

Y gracias a las redes sociales, podemos conocer un poco más de Santiago Díaz, artista plástico de profesión.  


J.R ¿Recuerda la primera vez que escribió un cuento dibujado?


Cuentos Dibujados tuvo su prehistoria: se trataba de breves historietas en blanco y negro publicadas en la última página del ya desaparecido periódico bogotano “La Prensa”. Se llamaban “Un cuento como éste”, y el primero narraba la dualidad de un lector que conseguía por fin el libro deseado, era de lujo, pero cuando lo tuvo en sus manos no quiso leerlo para que no se le gastara.
En aquellos años, con un grupo de compañeros de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional, hacíamos algo de humor gráfico y también historietas. Pero el espacio que me asignaron en La Prensa era muy grande para hacer algo de humor gráfico y muy pequeño para hacer una historieta completa, (el tamaño tradicional era una página) así que decidí escribir historias breves, como cuentos ilustrados que gustaron mucho. La sección terminó un año después por falta de presupuesto.
Luego vino un intermedio, dos o tres años que no escribí porque no publicaba, fue un error, porque era una época muy creativa y debí haber recogido esas historias, por lo menos en bocetos.
El primer cuento dibujado en color fue sobre un ratón que no tenía nariz y hablaba todo chistoso: “Do tego dadiz”, decía con tristeza. No encontró trabajo en ningún circo y no encontró ningún cuento en donde colarse y volverse leyenda.

J.R ¿Cómo se dio el proceso de publicación?



De niño leía periódicos, especialmente los días domingos, la sección de historietas. En El Tiempo, Las Aventuras, con personajes como Tarzán, El Fantasma, Olafo, Educando a Papá, Lorenzo y Pepita y otros más, que venían en un cuadernillo especial dentro de las Lecturas Dominicales. Y en el Espectador leía Los Monos, que era más dirigido a los niños (con personajes de Disney, Ferdinand, Garfield, Popeye, Calvin y Hobbes y colombianas como Los Marcianitos y Los Cuidapalos). Como me gusta dibujar, obviamente llegó un momento en que soñaba publicar mis propias caricaturas. Cuando estaba terminando mi carrera, trabajaba como ilustrador independiente en El Tiempo. Iba personalmente a entregar los trabajos y un día la secretaria del departamento de Diseño (a quien habían encargado conseguir una historieta) me preguntó:

–¿Usted hace historietas?

–Sí, le respondí, como quien no quiere la cosa.

–Tráigala mañana, pues el que tenía ese espacio “se colgó” y necesitamos publicar.

Al otro día no llevé nada, pues aunque soñaba publicar una historieta, no había hecho ni siquiera una muestra para que los editores o los lectores tuvieran una idea de la historia o del personaje (eso sucede a menudo). Pero al rato la secretaria me llamó y dijo “quiubo de la historieta, aquí la estamos esperando”, entonces entendí que el asunto era en serio (lo de las historietas es algo muy serio), así que me tocó colorear una de la historietas que había hecho para “La Prensa”, la del ratón, la llevé y les gustó, la insertaron, pero le faltaba algo muy importante: fue cuando el diseñador me pregunta: “¿Cómo se llama la historieta?” Había pensado en todo, menos en el nombre, y ya entraba a impresión, así que la bauticé con el nombre del género: “Cuentos Dibujados”, dije, porque no iba a tener un personaje principal, o más bien el personaje era el cuento mismo. Luego pregunté: “¿Traigo más?” “Claro”, me dijeron y así fueron 14 años de publicación dominical.

A través de esos años la sección de historietas o comics o “monos” se redujo, pues era muy costosa la impresión por aparte, la integraron dentro del cuerpo del periódico grande en medio de otras secciones, lo cual fue un error pues en ese momento se empezaron a perder los lectores infantiles: si no se cosechan lectores, ¿quién va a leer periódicos dentro de 20 años? Desafortunadamente los periódicos colombianos han seguido la pauta de la prensa norteamericana, que le apuesta más al internet y a lo electrónico, pero con mi trabajo en los Cuentos Dibujados descubrí que EN COLOMBIA LOS NIÑOS SÍ LEEN, muchos de mis lectores ya son grandes, como tú, crecieron con esas historias y a nivel periódicos hoy hay un vacío a nivel infantil. Bueno, algo curioso con las historietas es que también les gustan a los adultos. En fin, el espacio se redujo cada vez más hasta que debieron eliminar una historieta, había llegado Gaturro de argentina y era novedad, los editores escogieron esa y sacaron a Cuentos Dibujados, a pesar de las protestas de los lectores. Los administradores del periódico ya me tenían los ojos encima, por pedir aumento de precio (Solo por pedirlo. ¡No me lo dieron! La tarifa que me pagaban estaba congelada hacía 5 años) y por no haberles cedido los derechos de autor de la historieta. Es el caso de muchas editoriales: quieren los derechos solo para ahorrarse molestias, para no tener que pagar más si se vuelve a publicar, o para bajar costos y hasta para rellenar o reutilizar, pero no porque estén interesados en el arte y la cultura. Es la edición de la ironía: adquieren los derechos de la obra y guardan la obra en un cajón, o publican o re-publican algo pero no quieren pagarle al autor o al ilustrador, o a veces todo termina en un círculo vicioso en el que ni publican ni dejan publicar.

Otro factor que incidió para que haya muy pocos historietistas colombianos en los periódicos colombianos es la falta de organización y de gestión. En Norteamérica hay sindicatos que son agencias que reparten historietas a diversos periódicos en el mundo: Olafo, Justo y Franco, Calvin y Hobbes, etc. El autor hace una semanal o 6 tiras diarias y esta misma se publica en muchísimos periódicos, dejando grandes ganancias para el autor y para la agencia, y dando a un precio “barato” la historieta a cada periódico. Y con esos precios es difícil competir.


J.R ¿Cuántos cuentos dibujados ha escrito, y si es posible tiene algunos favoritos?



Han sido más de 700, gracias a Dios. Si hubiese sabido que eran tantos, antes de escribirlos y dibujarlos tal vez hubiese dicho: “yo no puedo”, o “¿de dónde voy a sacar tema para tantos?” Entonces la solución fue pensar uno semanal, y plasmarlo en el papel con constancia y disciplina, durante 14 años. Pero tenía un problema: no tenía un personaje central o principal como se usa en una historieta, pues me gustaban muchos tipos de personajes, incluyendo los súper héroes, y no podía decidirme por alguno. La solución fue hacerlo a mi manera: se me ocurrió que cada historieta tuviera un personaje diferente: en una era la historia de un arco iris, en otra la de una escuela, en otra la de un recuerdo, y en muchas la historia era el personaje. Algunos cuentos, más que cuentos son reflexiones, o preguntas o frases ilustradas, semillas de historias o pensamientos gráficos. Son una mezcla de humor, poesía, ternura y espíritu crítico.
En cuanto a favoritos, primero empiezo por los no favoritos, que son varios. Sucede que al escribir tantos, no todos me gustaron, pues recordemos tenía que entregar un cuento semanal, ya que el espacio no podía salir en blanco y no se valía repetir. Era como un juego pero también un reto. Recuerdo uno que no me salió como quería, especialmente el dibujo: se trataba de una persona que encontraba un enredo gigantesco, encontraba la punta de la pita y trataba de desenredarlo, pero no podía, llegaban otros unos a criticar, otros a ayudar y finalmente entre todos lo lograban desanudar aquel enredo y encontraban el otro extremo de la cuerda que formaba el mapa de Colombia. Resulta que una vez me presentaron a un estudiante de matemáticas que era admirador de los Cuentos Dibujados, se alegró al conocerme y dijo que entre todos los cuentos tenía uno favorito ¡incluso lo cargaba con él!: desdobló el recorte del periódico y era exactamente ese, el cuento del enredo que al desenredarse aparecía el país.
Eso me hizo ver que aquí también entran los diferentes criterios: lo que a mí no me gusta a otro sí y viceversa. A veces llegaba al periódico con algo que para mí era el súper-cuento y la gente lo veía y no le producía ningún efecto.
Vivimos en la época de la industrialización y esto afecta también la creación artística. La gente pide más y más y lo quiere de inmediato. Hace muchísimos años un escritor hacía una novela y necesitaba un tiempo largo para oxigenarse, despojarse de los personajes y poder empezar una nueva obra. Y se respetaba ese espacio. Hoy se escribe algo e inmediatamente hay que hacer otro escrito y otro más, incluso varios escritos simultáneamente.
En cuanto a los favoritos, está el del ratón sin nariz (o sid dadiz), todos los que escribí sobre educación y los de juegos de palabras, como la historia de un hombre llamado JAMÁS, que vivió con una mujer y JAMÁS la quiso, JAMÁS la sacó a bailar, JAMÁS la respetó, JAMÁS le llevó flores, y cuando ella lo dejó, no supo por qué. JAMÁS lo sabrá.


J.R. ¿Se ha inclinado por otros géneros literarios, tal vez poesía o  novela?
No, pero sí me atraen. Una vez alguien dijo que los Cuentos Dibujados eran poesía, y sí, viéndolos desde ese punto de vista había poesía no solo en el texto sino en las imágenes. La novela, me atrae, considerada como una suma de historias que se conjugan en una sola. Tal vez se dé el día menos pensado.


Me he enfocado en el género de los cuentos porque también crecí con las historias de los hermanos Grimm, de Andersen, incluso con historietas impresas de Disney que ya no se publican. Mi padre guardaba esos libros como un tesoro y cuando los ponía a mi alcance eran épocas especiales y felices.
Y aquí aprovecho para contar que Cuentos Dibujados no es mi única publicación.


Con Panamericana Editorial publiqué un cuento titulado ROSARIO DICCIONARIO, ilustrado por Laura Osorno, libro que ya cumplió un ciclo y los derechos han vuelto a mí.

Con Editorial San Pablo publiqué 9 libros, también para niños: 


UN LUGAR PARA EL AMOR, UNA AMIGA LLAMADA FE, EL PERDON ES UN DON, CADA UNO TIENE UN DON, EL MUNDO ES PERA, UNA SEMILLA DE SOL, ¿DÓNDE ESTÁ MI PROJIMO?, GALLETAS CON SABOR A HONESTIDAD, y para colorear GRANDES Y PEQUEÑOS, A TODOS AMA DIOS y EL PEZ Y JONÁS, pues he tenido la fortuna de poder ilustrarlos. De esos ya quedan pocos en las librerías de la editorial.
Para Bavaria también he escrito cuentos, ya casi cien, durante 15 años, con sus respectivas ilustraciones, para una revista interna para las familias de sus empleados.
Bueno, ¡he podido vivir del cuento!
Ahora soy docente de arte en un colegio oficial y eso absorbe tiempo. Pero saco tiempo para escribir.

J.R.  ¿Cómo empiezas a construir el libro de cuentos dibujados y a propósito dónde se consigue?


Irónicamente el periódico no se interesó en publicar un libro. Estaban más enfocados en las noticias políticas, o judiciales, o en los negocios de los accionistas (¡y aún todavía…!).
Amparo Mahecha era la editora de San Pablo en ese momento y me contactó para proponerme publicar el libro. Como yo tenía los derechos, la negociación fluyó, y re-redibujé el suficiente material para publicar 6 pequeños libros, pero solo se imprimieron 4. Se requirió de un gran esfuerzo humano y económico. Lo agradezco y lo valoro. Luego surgieron los otros proyectos, que fueron los libros que mencioné antes. Al sacarlos al mercado no fue el boom que se esperaba (no soy un you-tuber; lo mío es más de constancia, dedicación y paciencia). Por otro lado, a pesar de trabajar en medios, no soy mediático. El lápiz habla en silencio.

Pero finalmente se vendieron. Actualmente quedan pocos ejemplares, se consiguen en las librerías San Pablo de todo el país.

Ahora hay nuevos proyectos. Soy muy tradicionalista, pero me gusta estar creando.



J.R  ¿Cuáles escritores o libros  han sido más influyentes en su obra?


Las historietas y libros que leía cuando niño, que ya nombré, y añadiría a Antonio Orlando Rodríguez especialmente con su libro Un elefante en la cristalería. Tardíamente descubrí a Gianni Rodari: me gustan los giros de sus historias, y una obra suya que recomiendo para aprender a escribir cuentos: Gramática de la fantasía.  
En cuanto a dibujantes, me gusta el trabajo de Saul Steinberg, gran grafista rumano que trabajó muchos años en Estados Unidos ilustrando el magazín The New Yorker.
Y de compatriotas colombianos me gustan los cuentos de Jairo Anibal Niño, en especial los del libro Puro Pueblo. A nivel imágenes siempre admiré en sus primeros años la obra del ilustrador Juan Carlos Nicholls y del humorista gráfico YAYO (Diego Herrera).


J.R. ¿Qué  libro siempre regalaría?

El libro siempre será un buen regalo, es un tesoro que se puede ver y tocar, que pone a funcionar la imaginación. Es uno de los mejores inventos. Por supuesto, he regalado los míos, especialmente Un lugar para el amor y Rosario Diccionario. Siempre busco libros que edifiquen, que transmitan vida y alegría. Infaltable la Biblia, libro de libros a nivel espiritual y que tiene como añadidura una gran variedad de recursos y estilos literarios.
¡Ah!. Y el Principito de Saint Exupery.



J. R. Cuéntenos sobre los talleres  de cuento que realiza. ¿Cómo acceder a ellos y que novedades tienen?




En un principio eran esporádicos, cada 5 o 6 años. Ahora procuro que sean más frecuentes. No son fácilmente explicables: involucran dibujo, cuento y creatividad, con objetos conceptuales. Si alguien escucha que va a haber un TALLER DE CUENTOS DIBUJADOS se puede imaginar muchas cosas, pero hay objetivos claros, por ejemplo recuperar la imaginación como herramienta práctica y animar a los participantes a escribir y dibujar. Siempre pongo ingredientes nuevos, sorpresas visuales y literarias y lo que funciona lo conservo taller tras taller. Se divulgan voz a voz, en redes sociales, en bases de datos de amigos y en las páginas web:

www.cuentosdibujados.blogspot.com



J.R Finalmente que le recomendarías a los jóvenes que quieren ser escritores.


Leer, escribir, soñar, crear, analizar, rayar, dibujar, ser críticos de sí mismos, publicar, pulir, desarrollar, dejarse inspirar e inspirar.
Escribir, y mejor si es a mano, ayuda a combatir la pereza, el facilismo, el aburrimiento, el odio.
Colombia es un país de artistas, en todos los sentidos, y de buenos artistas. El gobierno debe garantizar su formación, su desarrollo y dedicar recursos, proyectos, planes, programas, presupuesto y leyes para que los artistas, especialmente los escritores, puedan ejercer su oficio, su labor, su pensamiento, realizar sus obras y recibir su pago en la medida justa y como dicen por ahí: con todas las de la ley.

Es importante huir del dinero fácil, de la fama fácil, del humor fácil, de los resultados fáciles.  Hasta de la mediocridad fácil. Del facilismo fácil de copiar y pegar, de mirar y burlar, de mirar y rechazar, de mirar e insultar. No siempre lo exitoso es bueno.

La cuota de sacrificio es una cuota que nadie quiere dar, pero es el ingrediente principal para escribir, para ser leído, para recibir algo a cambio, para disfrutar de los frutos literarios y para que los frutos literalmente sean dulces. La satisfacción más grande es conseguir algo que te ha costado mucho.

No soy bohemio, y tengo muy claro que para ser creativo no se necesitan las drogas ni el alcohol. Para ningún cuento he buscado ni he necesitado entrar en ese cuento. Soy feliz haciendo lo que hago.
Quiero estar cerca de Dios. Y seguir escribiendo en la medida en que él me lo permita.


Santiago Díaz López.
Mosquera, Cundinamarca, Julio de 2016.
Ilustraciones del autor.

http://cuentosdibujados.blogspot.com.co/