jueves

FADIR DELGADO ACOSTA Hija de los peces


FADIR DELGADO ACOSTA
Hija de los peces

Por: Johanna Marcela Rozo
Fadir Delgado nace en la costa caribe colombiana. A los ocho años empieza a escribir superando así el mutismo que la providencia le mandara hasta los cinco años, y desde esa edad no ha dejado de escribir de manera profunda buscando otros universos posibles para cultivar una voz propia.

Hija de la escritora Fabiola Acosta y cofundadora de la Fundación Casa de Hierro, desde donde lidera junto a un equipo de trabajo sólido y comprometido, labores de formación de lectores, talleres de escritura creativa para niños y jóvenes. Y uno de los programas bandera POETAS BAJO PALABRA recitales poéticos con sentido social.

Su poesía tiene una fuerza poco convencional que cautiva al lector desde la primera línea. Trabajo que se ha publicado en dos libros Casa de Hierro y el Último gesto del pez.

Está joven define su trabajo como: “nombrar y nombrar pero nunca nombrar, y por eso siempre hay necesidad de más, nunca hay descanso, pausa, jamás se termina un poema, él nos hace creer que termina, mentira, él es eterno, porque es soberano y dueño de sí mismo”. Este perenne camino sin muelles, sin puertos, sin metas; es el pasaje que abre la poesía de Fadir Delgado.

En su poesía podemos ver la búsqueda del espíritu sensible que el mundo ha olvidado, por miedo a ser, por miedo a sentir, por miedo a encontrarse a si mismos. Sabe de la complejidad del ser humano, de las mil mascaras que se impone, para no abrir su espíritu al universo de la palabra.

Su poesía ha estado en muchas ciudades de Colombia y del mundo, en países como Venezuela, Cuba, Ecuador y Francia. Lo que implica un trabajo sensato hecho para un público universal, sin perder la esencia de sus raíces, podemos ver elementos típicos de la costa colombiana en su poema Hija de los peces; los mangos, las hormigas, las gaitas y nos insinúa el calor, la danza pero también el mito y la tragedia universal. Lo que demuestra que la complejidad del ser humano es la misma en la orilla del mar o en la más fría montaña.

Con la fuerza que la caracteriza Fadir Delgado dice de la poesía: “es una posibilidad que nos devuelve el cuerpo, el espíritu, y nos aleja de ser una sombra entre otras sombras y replicas que se olvidaron de preguntarse, por ello considero que la poesía más que darnos respuestas nos invita a la pregunta. Hoy la gente no se cuestiona, no se conmueve. Desde esa mirada considero que ella remueve los tejidos sensibles y nos libera de los discursos homogenizantes e idiotizadores. Es una experiencia que despierta, que invita a vernos desde otras estéticas. Nos devuelve nuestra sombra y nos salva de ser las sombras o la réplica de otros”

No acepta que la sociedad quiera encasillar la poesía dentro de una utilidad, simplemente quiere que vean que podemos ser a través de ella, desde el papel que tengamos como poetas, como lectores o como admiradores de la belleza del lenguaje. Cómo vernos a través de la hoja en blanco, de la página letrada lanzada al mundo y como ella misma expresa es entender que la hoja es simplemente el ropaje, el aleteo de lo escrito.

Nació en Barranquilla. Autora del libro La Casa de Hierro y del poemario El último gesto del pez. Comunicadora Social. Ha publicado en las revistas literarias más importantes de Colombia. Invitada a festivales y encuentros culturales del territorio nacional como Cartagena, Santa Marta, Bogotá, Montería y Medellín, y en el territorio internacional en países como Venezuela, Francia, Ecuador y La Habana,entre otros. Se ha desempeñado como tallerista literaria a nivel nacional e internacional, y como tallerista invitada en la XI Escuela de Poesía de Medellín convocada por el Festival de esta ciudad.

Es cofundadora de la Fundación Casa de Hierro, y desde ésta lidera y promueve espacios culturales para Barranquilla, como el Café al Aire Libre, Poetas bajo palabra y el Encuentro de la Niñez y su Barrio.

Recibió distinción por la Cámara Júnior de Barranquilla como Joven Sobresaliente en el Campo de las Artes. Ocupó el primer lugar en poesía en la 6 Bienal de Noveles Escritores Costeños que organiza la Universidad Metropolitana de Barranquilla.

En el 2010 la Oficina de Juventudes de Québec-Canadá, realizó una convocatoria para escoger cinco poetas jóvenes de América Latina, incluyendo uno de Colombia, que representará al país en la edición 27 del Festival international de la poésie de Trois-Rivières y la poeta Fadir Delgado fue escogida para representar la poesía joven de Colombia en el mes de octubre, una grata sorpresa para las letras del país.



MUESTRA POETICA
Ojo de pez


Ahora las hélices duermen
se dejan cuidar por los ojos soñolientos de los perros
Las veo como soles muertos condenados
por una diosa antigua
Y a veces como caracoles extraños
ofreciendo abrazos
Hay hélices con ojos de pez
Hélices heridas esperando la cura de Asclepio
o una bendición balsámica
aguardando por el viento del sur
Adivinando el próximo gesto del círculo blanco
queriendo imitar el calendario lunar
Las percibo como comedias trágicas
como el mundo subterráneo de las hormigas
Asusta cuando atisbo en ellas el tártaro de Hades

Las hélices también son ninfas que
cuidan las lluvias cuando los perros duermen
Se divierten con los caballos blancos del sol
viajeros legendarios del cielo

Aquí me hablas de hélices abiertas
Yo te hablaré de sus fiestas al óxido
De sus mitos de hierro
De la gloria que inauguras cuando
te sientas en ellas para contar el tiempo.
Para contarte.


Hija de los peces

Hija de los mangos
Has venido a recoger los muertos
Has venido a recoger la gaita
No insistas en curar esta ciudad
La gente se cubre de tierra para luego limpiarse
y no pasa nada
Hija del maíz sol
Es tan doloroso mantener los ojos abiertos
Sostener esta masa de carne sobre los huesos
Hija de los metales
He encontrado telarañas en las manos y una lágrima vieja
Una lágrima de aquel noviembre en mi oído izquierdo
Todo es por esa mala costumbre de llorar boca arriba.
Hija de la nada
Allí está la gaita
Hija de los sueños
No llueve
Es solo el sudor de Pan-Gu
o tal vez los cabellos de la diosa Aditi cansados de parir ríos condenados
Allí está la gaita
Hija de los peces
La encontré sin sus labios de plumas
Su cuerpo de madera es una calle de cicatrices
Allí está la gaita
Ni el dios Pan podrá salvarla
Me mira
Y ahora es una gaita sin palabras
Hija de las aguas
La sueño como el pez heroico de la India
Y pienso en aquel mito chino
en donde el agua y la sangre nacen de un huevo negro
Hija de los metales
Él desconoce la ira de las seis de la tarde
Las agujas hirvientes del mediodía
Dios de la luz
ÉLl no sabe que la gaita ha muerto
La gaita es un cuerpo de cenizas que danza el baile de la nada
Danza para ti
Hija de los peces
Que has venido a recoger los muertos.


La mueca del desorden

Dormidos los espejos
La mueca del desorden
Muertos los cuadernos de hojas amarillas
Dormida la calle
Es necesario poner la casa de piernas arriba
Arrojar los escalofríos por las ventanas
Quebrar los espejos para despertarlos
Conversar con la mofa de los trapos
Secar los ojos al sol y prestar la risa para la foto

Imaginar las esquinas como caracoles que robaron migajas de mar para sorprender las carcajadas de los momentos solos
Inventarnos malas suertes sin saber que el mundo en tan distinto debajo de las escaleras
Sin saber que la ciudad tiene rincones donde se guardan los escándalos del silencio y la boca cerrada del ruido

Volveremos hablar sobre el juego que nunca aprendimos a jugar
Llegaremos a las tiendas que no venden recreos
Solo lápices para dibujar la campana de la escuela

La mueca no molesta en este lado de la casa
Y el corazón cansado de estar
Divierte imitar la mirada de otros
Hacerle cosquillas a la tristeza
Invitar al desorden a jugar que no jugamos
Barrer los ánimos que quedaron por el suelo
Y no sentirnos como un golpe encogido en la mitad de la calle
Y no encontrarnos como una mofa con trapos en las aceras.

Se vienen unas ganas de hablarle a las paredes que alguna vez fueron árboles.
Necesidad de sacar a pasear la locura y sentarla en una banca de parque
La mueca se inventa recreos bajo las escaleras
y se vienen unas ganas de bailar sobre estas sábanas de cemento.



Agujas

A veces los edificios son agujas
Agujas de múltiples ojos
que se cosen entre si
Agujas atadas
Incrustadas en las sombras
que se levantan sobre las hojas
sobre el temblor de los árboles
sobre el dolor

Se estacionan
como cicatrices
Como flores falsas
como piedras altas
Como cruces incompletas
Como torres baratas sin cuentos de hadas

A veces los edificios son agujas
sobre otras agujas que se cosen los ojos
Las palabras
El grito
Que van y vienen como flores falsas
como piedras altas
Como cruces incompletas
Igual que los edificios
Igual que la agujas.


Rituales citadinos

Ha cambiado el color de los cines
Los árboles se adornan de puñales felices
Ha cambiado la complicidad de los moteles

Muchas veces en las esquinas se
amontona la gente para arrojarle
alguna risa al asfalto
algún sueño preñado de miedo

En estos lugares no decir la verdad es envenenar la lengua
Las mentiras saben a óxido
Se inauguran escombros citadinos
y las ratas se disfrazan para la fiesta

En la ciudad hay tardes que se han extendido como serpientes
Hay casas que arrastran la indiferencia de las calles
Ocultan sobrevivientes de un domingo
En esta feria del desencuentro hay un mueble muerto
con los brazos abiertos esperando
que los amantes se liberen de la ropa
y sólo le llegan los
gatos tristes de los árboles

Es bueno arrinconarse en cualquier semáforo
y detenerse en conversaciones simples
Comentar sobre el nacimiento del perro
para así no hablar nunca de la muerte
Por suerte aquí en la plaza se desconocen los peinados agrios
el ropaje de la farsa
y mientras el cielo pestañea
no hay lenguaje de dientes que espante

Murciélagos en el teatro
Periódicos del día ajustados con piedras
como crucificados en los andenes

Nadie sabe que este monumento del centro
señala el rincón que no hemos encontrado
ni siquiera los vendedores de sudor
que inventan relojes para no discutir nada con el tiempo

Las bienvenidas del mercado
Libros coloreados de sol

Hoy no va ser posible sentarse en esta banca sabia de la plaza
y clavarle una espalda a
los abriles universales del adiós
Esta ciudad volverá a extender
otra tarde como serpiente
A remendar el otro día que se nos viene.


Espíritu de pez

Podría ser la baba del diablo como diría Cortázar
Una baba de vidrio suspendida en la pared
La baba de la gata que parió sobre el tejado
o tal vez una gota de agua congelada y sola
Podría ser la boca de la casa
La boca abierta del mar esperando caracoles
El puerto de un barco de papel
Un espíritu de pez
Un arco iris muerto cruzado por el sol
O un ojo que hace de la casa un cíclope
un ojo con pestañas de piedras que juega a las miradas con el barrio

Un viejo agrimensor de estrellas
Una lágrima de vino
La pluma pérdida de algún relámpago
Una aguja disfrazada que va remendándome este trapo rojo del lado izquierdo
Podría ser tantas cosas
pero sólo es el espejo de la pared azul
humedecido por el jadeo del perro
que cuelga su sombra sobre la puerta
que mira al árbol del otro lado de la calle
que no sonríe con la mariposa turquesa
Sólo es el espejo de la pared azul
entiéndelo
sólo es el espejo de la pared azul
No es un ángel plateado con cabellos de mármol
no es una baba de vidrio
no es la pluma perdida de algún relámpago
no es un arco iris muerto cruzado por el sol
No es un espíritu de pez
entiéndelo
no es la boca abierta del mar esperando caracoles
no es el puerto de un barco de papel
Sólo
el espejo de la pared azul.


Ciudad de Arrugas

Hemos comprado la muerte y la estamos pagando a plazos
Qué se puede decir si la mentira sólo nos funciona cuando somos niños y la risa es una máscara que se alquila a bajo precio.
El cine abandonado en la esquina como ropa vieja
Las calles llenas de graffitis de gente que hasta el silencio se lo han tenido que guardar en los bolsillos.
Dioses guerreros
Rezos antiguos
Tristes iglesias
Y este desarraigo absurdo de la palabra
Aunque necesitemos de un rincón
se debe entender que hay demasiados mares entre la mentira y el secreto.
Todo recuerdo trae su dolor bajo el brazo, como las noches que arrastran soles para semifelices de los sábados o escalofríos repartidos como gatos alegres.
Alguien habla de disfraces del teatro callejero y la burla. Aun así no se puede evitar la verdad inconclusa
Los cementerios del amor
El aliento seco de las piedras.
Esta ciudad de arrugas, de mármoles carnales no habla. Sólo entrega el aullido del último abrazo, el peligro del cuerpo. Me entrega la angustia del perro callejero.
Tambores en las esquinas llamando tradiciones
La actitud aburrida del teléfono.

-Relojes mentirosos- la piel no resistirá el sudor de los asfaltos
La guerra también pedirá auxilio y entonces no se podrán hacer juguetes de tierra. Hasta las ruinas de la ciudad nos abandonarán
Tristes iglesias
Dioses guerreros
Rezos antiguos
Seremos relámpago de los soles. Seremos celdas del asombro.
Tal vez llegaran los días donde las mascaras no tendrán un bajo precio
y entonces deberemos pintarnos la risa con retazos de miseria.


La hora del bostezo


El barrio es ahora un ojo semiabierto que no quiere dormirse.
Los rumores de esquinas y los cuentos de iglesias van soltando carcajadas por los andenes y el asfalto

A esta hora del bostezo la sala ríe sola como teatro viejo

Los niños abandonan el juego de los abrazos
y la noche llega imitando el silencio muerto de los toros

Cuando existe un impulso de arrojarse boca arriba a la cama nadie viene a contarnos la historia del ojo gracioso que mira desde las agujas

Entonces se desviste un afán de dibujarle soles a los cielos- rasos
Jugar a las escondidas con el espejo

Esta noche ha traído murciélagos que idolatran a los relojes
La extraña risa de los payasos y unos cuantos coleccionistas de adioses

A esta hora las sillas se abandonan en las terrazas
Los perros dejan escapar los últimos ladridos
La ciudad se desbarata
La gente no lo sabe.
Se entregan a las sábanas imitando a niños cansados de jugar.
El barrio no quiere dormirse
Los gatos recogen las calles
El ojo del cuerpo parpadea
Celebra el último mordisco de los insectos
Mientras esperamos que las manos se decidan a cerrar las puertas
Sería bueno aprender a contar ventanas
Hacernos un dibujo con la mugre que nos dejan los afanados días en las uñas.

A esta hora del bostezo los arboles hacen fiesta
Los peces danzan en silencio
A esta hora somos el ojo semiabierto del barrio que no quiere dormirse
El tambor de espejos que dejó de sonar.

Concierto de flauta para perros


Septiembres de afanes
y el mismo gesto de las calles a la seis
Tanto ruido como un concierto de flauta para perros

Las casas y sus escobas aburridas entretienen este lunes viejo y cansado
A la ciudad se le han pegado los sueños en el estomago.
Sus ángeles harapientos recuerdan la aguja en los labios
y los labios abiertos
y la aguja en la ira de la boca

No hay nada más triste que un reloj muerto
Debería haber un cuerpo perfecto para el dolor.
Un lugar imperfecto para guardar la rabia.
Alguno vivible para tragarse las tragedias.
Habrá que aprender de las piedras que se comen
sus ruinas y de los espejos que mordisquean los acentos de los ojos

Las fábricas y sus bostezos de mediodía
Edificios abiertos de piernas hacen fiesta con la mugre bullosa del tráfico
Los barrios se entretienen con los juegos callejeros de los niños.
Hay parques que se nos regalan como una sorpresa triste

Meternos en la cueva de los buses y esperar la obligada rutina
Cuando el bus nos deja nunca lo vemos alejarse
Es una de las tantas cosas que no duele abandonar
Es sólo un muñeco de lata

Lo cierto es que no podremos colgarnos tanta calle de vidrio sobre la espalda o conocer vagamente los domingos
Hacerlos innombrables
Lo indudable es saber que Dios se ríe de nosotros en algún lugar
y la gente desconoce la burla de la rabia
El lugar muerto de lo vivible

Ahora cuando las aceras juguetean con demonios sabremos escondernos en los alambres sin angustia
Prontamente el cemento callejero se meterá en las sábanas
Sería inútil arrancarnos la carne de asfalto
Ahora es el momento cuando somos cuerpos semi-perfectos para el dolor
y nos reencontramos con la desgracia de sabernos sin ciudad.

miércoles

Bicentenario de la Independencia: Una buena oportunidad para revaluar los símbolos patrios

Bicentenario de la Independencia: Una buena oportunidad para revaluar los símbolos patrios

Por: Johanna Marcela Rozo
mujerdeniebla29@yahoo.es

En estos días de algarabía nacional y con el alboroto patriótico de la celebración de 200 años de independencia, se me ocurrió preguntar si los símbolos patrios que tenemos son realmente la representación de un pueblo. Un himno nacional cuya letra no aplica, sino a viejas glorias que dejaron a una nación en la adolescencia, que no fue capaz de madurar y que aún se mantiene en guerra; “oh gloria inmarcesible, oh jubilo inmortal… el bien germina allá…”, una letra de rememora viejas glorias y a viejos héroes ya tan marchitos en el tiempo y que a mi parecer no representan una identidad, una memoria verdadera, una igualdad o alguna semejanza con una nación. Un himno que nadie se sabe completo y que mucho menos llegan al entendimiento ni al corazón de un colombiano.

La bandera no está mejor, un tricolor que representa los cabellos rubios de una mujer, los ojos azules y los labios rojos, una descripción perfecta de una mujer europea o gringa, pero no de la mujer colombiana, de la mujer que vive en la Guajira, o en el Amazonas, menos pues de la mujer cafetera, chocoana o santandereana. Y la otra explicación es menos parecida a la realidad, amarillo por el oro, ¿cuál?, el azul de los mares, ¿los explotados por misiones extranjeras?, y la sangre de los héroes muertos en batalla, infelizmente es el único color que aplica, la sangre a la que nos acostumbramos, la sangre de los campesinos, de los soldados, pero también la de los paramilitares, la de la guerrilla, la de las bandas criminales, las del narcotráfico… todos ellos colombianos, hijos de una misma nación, hijos de una misma independencia.

Y si miramos al escudo; lo que menos existe en este país es libertad y orden, nadie puede ser libre en medio de una cultura mafiosa y corrupta, que cubre desde los hacendados, los políticos hasta el ciudadano de a pie, que aún no se decide a ser honesto, consciente y más humano.

Por eso creo que es una buena oportunidad para revaluar los símbolos patrios, un himno que hable de las culturas indígenas que sobreviven aún en nuestro territorio, una bandera que represente la multiculturalidad de razas y la pluralidad de ideas…

Por eso prefiero que siga sonando esta letra o cualquier otra del folklor colombiano “Usted que es buen colombiano, que nació al arrullo de bambucos y guabinas, que sintió vibrar en su corazón, una serenata de canciones muy sentidas…”.


CRÓNICAS DE GUERRAS Y GUERREROS

CRÓNICAS DE GUERRAS Y GUERREROS
Para no ser cómplices del silencio

Por: Johanna Marcela Rozo Enciso
mujerdeniebla29@yahoo.es


Crónicas contada
s con crudeza y también con poesía, es asombroso como Oscar Bustos, logra contar entre las líneas de la guerra (la de guerrillas y la periodística), los desalmados acontecimientos de la historia reciente de un país que ya se acostumbro a la sangre; y combinarlo con la poesía del paisaje que inspira vida en medio de tanta muerte.

En un lenguaje directo y preciso deja entre ver la corrupción de todos los ideales; los del ejercito, los de la guerrilla e incluso y para nuestro pesar los del periodista, sentenciando esto último con la frase “Nos habíamos especializado en el dolor, que entregábamos en dosis altas a nuestros televidentes” de la crónica La otra emboscada en Miraflores.

Pero también deja ver que el periodista esta dispuesto a enfrentar cualquier peligro por encontrar la verdad, que muchas veces no saldrá a la luz, pero que para satisfacción de la población, que cree en las denuncias que hacen ante las cámaras; ahora ellos tienen un espacio de expresión en este libro.

Oscar Bustos, nos muestra las diferentes caras de la guerra, la de los soldados, la de los guerrilleros que son casi unos niños, la del periodista que investiga y la cara editada que se muestra en los medios. Son crónicas llenas de contrastes, que despiertan en el lector el dolor de un país inconsciente que se consume por la guerra en medio de los hermosos paisajes colombianos y lo peor, confirmamos una vez más que la censura es el triste final para muchas de las realidades de la población. Y el silencio su cómplice.

Oscar, muestra con un poco de estoicismo la desaparición del jaguar herido, y nos lleva a preguntarnos quien es realmente el salvaje, no será el hombre blanco que es capaz de maltratar por gusto. Y de la selva feroz nos lleva por un recorrido a la selva de cemento, con una magia verbal, Oscar nos lleva por el asombroso mundo del rebusque y desnuda al ser humano en toda su esencia que a veces pasa desapercibida en medio de las calles capitalinas.

Crónicas de guerras y guerreros un libro para guardar en la memoria, valiente, verdadero y reflexivo.

Los invito a visitar su web http://www.oscarbustos.com

A DIOS LE DIO ALZHEIMER...


A DIOS LE DIO ALZHEIMER...

Por : Johanna Marcela Rozo Enciso
mujerdeniebla29@yahoo.es

Emperatriz Muñoz Pérez, narradora Antioqueña. Nace en Medellín en 1967. Gerontóloga de profesión y escritora por convicción. Emperatriz publica en junio de 2008, una serie de doce cuentos breves, obra titulada A Dios le dio Alzheimer y otros cuentos. Llevada de la mano del también escritor Luis Fernando Macías;quien sobre el proceso creativo de la narradora afirma: “vivió la muerte simbólica de abandonar el trabajo y su profesión de gerontóloga, a cambio de la promesa baldía que son los talleres de literatura”.

En los cuentos de Emperatriz Muñoz, encontramos un enfrentamiento de la narradora con sus propios fantasmas, ella recorre insistente la soledad a través de cada personaje. Encara a los protagonistas de cada historia con sus miedos interiores. Lo onírico, la muerte, la vejez y la soledad la acompañan siempre. Las acciones conviven con el milagro, el presentimiento y la predicción.

Los personajes se debaten entre la delgada línea de la locura y la razón, como podemos verlo en Cualquier día es bueno para morir y también en el cuento El símbolo, cuyo final deja al lector fuera de lugar, pero satisfecho.

(Fragmento El símbolo)

Mi espalda tensa y mi cabeza embotada, a veces ni almorzaba, estaba atado a los requerimientos del gerente que cada vez me amenazaba más diciéndome: “ hay sobre oferta de buenos trabajadores, por más que lleves aquí 18 años, siempre habrá alguien que te pueda reemplazar”...


“-Manuel ¿ en qué momento decidiste llamarte Alberto?
-!Ah!...”


Libro recomendado para aquellos lectores que les gusta escudriñar la literatura no convencional.

A Dios le dio Alzheimer de Emperatriz Muñoz Pérez, publicado por la Corporación Ideas y palabras.

Www.lenguajedemujer.blogspot.com

HOMO SEMINE

HOMO SEMINE
ARTE Y MEDIO AMBIENTE

Por: Johanna Marcela Rozo
mujerdeniebla29@yahoo.es


HOMO SEMINE, es el título de la obra del joven artista Jackson Niño. Comprometido con el medio ambiente; Jackson lanza una propuesta de conciencia ambiental, de amor por la naturaleza y lo ha logrado a través de una serie de instalaciones e intervenciones en espacios públicos y naturales. Como técnica principal utiliza la fotografía, con influencia de Land Art; donde lo vemos emerger del suelo, de la tierra, de la misma madre naturaleza; siendo la voz del bosque, esa voz que no escuchamos porque estamos muy ocupados talando árboles, secando ríos y cazando animales.


Esta idea de medio ambiente y arte la ha trabajado en los últimos cuatro años, por que el arte y la naturaleza al parecer para el artista emergen de una misma cosa, una conciencia divina que se manifiesta en la corteza de los árboles.


Encontramos en este trabajo una serie llamada Dibujos que se ha creado de la mano con las instalaciones y la fotografía, como Jackson lo expresa esta serie es: “un juego entre material, concepto e imagen que evoca el árbol utilizando recortes de papel reciclado”. Esta como el mismo la define es una propuesta minimalista.


Cabe anotar que su obra no sería congruente si los materiales estuvieran alejados del concepto de medio ambiente, todos los materiales utilizados en la creación son reciclables, papel , tinta sacada de cartuchos de impresoras ya gastados, alambre que está en las calles y que encuentra en sus recorridos por Pamplona. Propuesta que denominó eco en el arte-povera.


La segunda parte de esta serie se denomina Bocetos que es visto como ejercicio estético en busca del manejo espacial y conceptual.


Este artista toma el arte como resistencia social, en este caso como resistencia a la tala de árboles y va en busca de la reconciliación del hombre con la naturaleza.


Jackson Niño ha tenido significativas exposiciones individuales entre ellas se destaca: Homo-semine, Sala Beatriz Daza. Museo de arte moderno Ramírez Villamizar. Exposiciones colectivas: 41 salón regional de artistas Cali 2008, XII salón regional zona oriente, dentro del proyecto curatorial región imaginada Bucaramanga, Imagen regional V área cultural Banco de la República Bucaramanga.

SOMBRAS NADA MÁS

SOMBRAS NADA MÁS
Por: Johanna Marcela Rozo
mujerdeniebla29@yahoo.es


“Al principio, uno se encuentra escribiendo sobre algo nubloso que apenas percibe con las tripas. Luego resulta que conoce su futuro, que toda aquella oscuridad y niebla traducía un camino bifurcado cuyas sendas ambiguas conducían a sendas ambiguas que conducían a sendas ambiguas que conducían… a ese eterno final que resultó ser el principio”. Así es como define este joven poeta colombiano su forma de escribir y de buscar los temas, los enigmas y la profundidad de su obra. Además en ese camino de la definición en la escritura, agrega: “Uno empieza por decir: Algún día encontraré, y acaba dándose cuenta que todo se trata de buscar, solamente”.

Ricardo Canizales es un joven poeta que en 1995 se arrojó a las calles de Guadalajara de Buga con su habitual libreta de apuntes, haciendo preguntas a los transeúntes y esperando respuestas para escribir una obra de teatro. El fruto de este trabajo fue darse cuenta de que nadie podía darle respuestas y que el trabajo del escritor era encontrarlas en la intimidad de su propio ser.

Es así como nace el poemario La soledad de las sombras, que más adelante cambiaría su nombre a Poemas para nadie, trabajo con el cual empieza sus estudios literarios más intensos.

En Poemas para nadie, Canizales muestra una serie de secuencias poéticas enlazadas por un tema, que da forma a varios poemas; él mismo define este trabajo como el resultado de las búsquedas que no se encuentran, una exploración de sensaciones y de imágenes, tal vez producto de su amplia experiencia con el teatro.

Canizales, piensa constantemente en la definición de la poesía -ese interrogante es lo que constituye su obra- y en esas indagaciones ha encontrado que la poesía debe revaluarse, que ya no es esa posibilidad de la belleza; lo bello, como él mismo señala, es sólo un elemento más de las condiciones que posibilitan la poesía.

Ricardo Canizales, nació en Buga, actualmente vive en Cali. Su experiencia con el arte y la cultura es amplia. Actor y tallerista en el grupo Teatro Latino. Participante en el Encuentro Nacional e Internacional de Narración Oral.

Fue cantante del grupo de rock alternativo Normopatía y en Safari TRIO (Música colombiana). Ha publicado en Arquitrave, revista de poesía colombiana, edición virtual e impresa en el 2008. En Casa de Asterión, revista peruana de poesía, edición impresa en octubre de 2008, en la sección "El sótano se bifurca” (creación-poesía). Y en la revista literaria azul@arte, edición virtual. Desde el 2007 le apuesta a su propia publicación virtual en el blog literario umbralpoesia.blogspot.com y trabajó como bibliotecario.


EL VERBO ESTÉRIL
1.
Cómo ha llegado hasta mí
Esta pregunta
Halada desde sí misma
Por grietas ilusiones.
En el último escalón le veo cansarse
Sin saber si desciende o llega arriba
Me aferro a su angustia
Su peso es doble
La respuesta se hunde a nuestro paso.

2.
Déjame estar en ningún lado advertido por el ánimo
Espérame ahí donde no conoces el modo de verme
Haciendo
Quietamente
Vacío de los ojos: epitafio de las ganas.

Han debido sugerirme. Tal vez el sueño
Y la noche de los que no he conocido
O el susurro, más allá de lo que supones
Y tu misma sensatez tantas veces conjugada
O la mía, estática al borde de mí mismo.

Y en esa invocación de certeza y verdades
De nombres y requisiciones
No lo supe
De repente
Más acá de mí mismo:
Súbita inanición de piedra congelada:
Exilio del vilo y la repetición
No ser de la memoria.

3.
Muda
Hasta la premonición
La palabra
No es, el sonido en su abismo
El eco es absurdo en su fábrica de huellas

4.
Es y el es
Estéril
Sin nombre, sólo. Sin nombre.
No allá. No aquí.
Sin nombre y sin nombre
Verbo sin verbo
Vacío.

5.
La idea del lugar y la silueta acosada del hombre
La idea del hombre y el lugar supuesto

Está, algunas veces nuevo o invocado
El hombre en su lugar de asfixias
Pero no está la asfixia



Cómo el hábito
Certero y prudente
Vasto y temporal
Cansado y vivo

Cómo, repetido y sincero
Mudo e interrogante

Cómo, vacío y denso
Caótico y prescrito
Despierto, seco
Inmóvil y vivo



Ansia de la palabra que no existe
Sugerencia de lo definitivo
Grieta que me esconde
Puerta que entre y sale
A la vez
De sí misma.


6.
Si niega se niega
Se paradoja y deshace
No hay escepticismo que redima
Redención es ruido
Ceguera las progresiones.
Un hombre o
Una mujer suspira
Se hace horizonte
Su silueta
Disuelta ahí
En lo que la distancia
Despoja.

Todo se ha parecido
Hasta los días
Nuestros
Necesariamente ajenos
Y aparentes.

Resolvimos el miedo con el nombre
Nombramos la distancia
Nutrimos la nada de voces
Ambiguamente ciertas.

El ser el horizonte
Lejano e inexistente.

Un hombre o
Una mujer
Se agotan en el sueño:
El viaje imposible hasta sí mismos.

7.
En mí
Quieto en él
Lo que de ser, lo que soy
Imposible a mí mismo
Sin presencia y nombre
Sugerencia de un camino
Hacia un camino…
Metamorfosis de lo que es
En lo que es
Sentencia del verbo



–Llámale, pide que salga.
–No está afuera.
–Que entre entonces.
–Salir no es diferente
– ¿Dónde está?
– ¡Ahí!
– ¿Dónde?
– ¡Aquí!
– ¿Entonces para qué una puerta?
–No es una puerta.
– ¿Es verdad?
–Ni siquiera eso.
–Se abre y se cierra.
–Eso es seguro.
– ¿Entonces?
–No sabemos cuándo está abierta.
–Cuando podemos pasar al otro lado.
–Eso quisiera creer.
– ¡Es verdad!
–Ni siquiera eso.



Sensación sin sentidos.
Nada en ella.
Lo humano.



Es por no ser
No por dejar de ser.


8.
Delante de mí
Al lado mío
Soy.
Atrás al otro lado
No es, el movimiento.



Dentro de mí
Afuera.
No es, el espacio


Tan sólo ayer soy futuro




Mí, no soy
Yo, tampoco.









































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SOMBRAS NADA MÁS

UNA GATA EN EL TEJADO


UNA GATA EN EL TEJADO

Por: Johanna Marcela Rozo

mujerdeniebla@yahoo.es

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La primera vez que oí de Beatriz como poeta, fue en mi natal Pamplona, precisamente en la Universidad donde ella adelantó estudios de Licenciatura en Lingüística y Literatura. Comentaba una docente de aquella facultad, sobre algunas palabras que compartió con Beatriz, acerca de la neblina incomparable de la ciudad; sobre todo como motivo de inspiración para escribir.


Abriendo las piernas a la carne fue su primer poemario. Con él logra no solo darse a conocer en las letras colombianas de la poesía joven, sino representar la poesía femenina. Con este poemario convence a mujeres y hombres de que la mujer tiene el derecho y el deber de sentir placer. Y lo dice descarnadamente. Con la pasión de una mujer convencida de la libertad de amar y sentir. Convencida del poder del universo femenino, claramente expresado en el poema que da título al libro “ yo /la flor que de par en par/a tus ansias /sus pétalos esparranca…/ Tú, /el colibrí/ del sediento y penetrante pico/ que una y otra vez me taladras/ haciéndome imitar/ el canto de las noctámbulas/ gatas en los tejados.

En estos versos consigue mostrar las ideologías íntimas de la mujer frente a su compañero: el amor, el desamor y el ardor que en su cotidianidad guarda. “Adoro el desorden/ porque sólo existe/cuando estás conmigo”. Y en la fineza de sus versos tropezamos con el desengaño en una bella imagen poética “Contra las estáticas flores del mural/ el colibrí / sufre su primera decepción de/ amor.

Y el poema que perturba es aquel que retrata con dulzura y dolor la soledad y la ausencia, Recordando a Penélope, cuya lectura destroza el corazón de aquellas y aquellos que aman intensamente y para toda la vida, si es que esto es posible. “No sé por qué/ pero la poquita gente/ que amo siempre/ siempre está/ deseando partir hacia algún lado…/ O tal vez sí sé: / sucede que yo/ tierna espectadora de mis vigilias/ siempre siempre / estoy dispuesta a esperar…/ alcahueteando ausencias.

Esta es Beatriz, que con su poesía construyó un espacio diferente para la mujer, una visión amplia y profunda de su esencia, un retrato que expone sus sentimientos, que se refleja alejada de miedos, prejuicios y secretos.


Beatriz Vanegas Athias nació en Majagual, Sucre, Colombia, en 1970. Poeta y cronista. Ganó el Premio Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia en 1993, con el libro “Abriendo las piernas a la carne” (Editorial Lealon, de Medellín-1994). Obtuvo también el Premio Departamental de Poesía, Fondo Mixto de Sucre, con “Galería de perdedores”, publicado por la misma editorial en 2000. Y fue finalista en el Tercer Concurso de Poesía Amorosa en Palma de Mallorca, 2006. Se desempeñó como cronista y reportera de los suplementos culturales en los diarios Vanguardia Liberal, El Meridiano de Sucre y Córdoba. Trabajos poéticos suyos han sido publicados en antologías de poesía departamental y nacional y en las revistas “El Túnel” de Montería, “Puesto de combate” de Bogotá, revista “S” de Bucaramanga, y “Semana”, entre otras. En 2006 publicó el libro de poemas “Los lugares comunes” (Editorial Sic, de Bucaramanga). En la actualidad vive en Bucaramanga y prepara un libro de crónicas y reportajes titulado “Voces que apagan la oscuridad”, además del poemario “La herida de la hiena”. Coordina el Taller de Lectoescritura “Sara Malacara” donde promociona la literatura infantil y juvenil. Es candidata a Magíster en Semiótica de la Universidad Industrial de Santander.

FUGA
He de fugarme de este barrio:
Iguana gigantesca y burlona
Que conoce
Hasta el color de mi pijama.

MEMORIA DEL TRASTEO
Cada vez que sucede el trasteo
Coleccionas un incendio en tu vida.
Nada queda:
Sólo una galería de recuerdos enfermos
Que no tuvieron tiempo de sanar.
Cansancios que no alcanzaron a descansar.
Amores mal hechos, comedor sin calor.
Habitación decorada a medias.
Intentos de biblioteca, cocina sin olor propio.
Puerta en la que no encontraste
Las piezas para completar
El rompecabezas de tu ser.
Nada queda:
Ventanas anhelantes y bocina desesperada
Que anuncia tu única compañía:
El viento de la carretera
Azotando sin pudor tu mirada.

BINOMIOS
El arma blanca y el arma de fuego.
La súplica y el silencio.
La viuda y las declaraciones.
La ciudad engorda.
El poder también.

MEMORIA DEL REGRESO
Habitas el día como leona encarcelada.
No hay parque, poema, bar o conversación
que apacigüe al ejército de hormigas
que marcha por tu sangre.
La tarde es una sentencia a muerte.
La ventana un altar
ante el cual suplicas el milagro.
Cuando la noche llega y quien esperas no,
sucumbes a la ira
y las paredes y los fetiches
soportan tu rabia.
Cuando la noche llega y quien esperas no,
desciendes por el agujero de la inquietud
hasta caer en un sueño turbio y expectante
Hasta que unos golpes a la madrugada
te anuncian ésa sonrisa, ésos ojos,
unos brazos que se abren
y ante los que no tienes más remedio
que desbordar una buena bienvenida.

VICTORIAS DE JOSEPH
Los judíos dejan el rostro
En las barracas.
Los judíos pronuncian silencios.
Con su andar de topos
Ya no acuden a la piedad.

Un judío,
Un fantasma.

CONSUELO
Por las huellas
que no dejaste
me aproximo al recuerdo
que no fundamos.

Sólo la lluvia
cortina transparente
e imprescindible al poema
te reivindica.

ESPERANZA
No espera más
Que la visita de la noche
Y de la culpa.

TODO LO QUE QUIERO ES UN BALCÓN PROPIO
Un balcón propio
Con persianas de madera
Y cortinas fragantes
Para ver a las mujeres lindas
Pasear su tristeza maquillada
Y a las mujeres feas
Conformes con su andar
Y amargadas con su sal.
Un balcón con persianas de madera
Para ver a los hombres cansados
Con el peso del amor inexpresado.
Un balcón propio
Para ver la mecedora balancearse en la luna
Y las redes aferrarse al azulejo
Y al asesino pasear con los bolsillos
Plenos de dinero adolorido.
Todo lo que quiero es un balcón propio
Para descorrer la lluvia
Y encarcelar al aire
Y acariciar la gota que se amañó
En la hoja del almendro
Y soportar a distancia
La lucha del hombre con el ancla;
Y sonreír con la dejadez
Del que sólo espera la noche y el bocado.
Y una tarde sin premura
Tomar tu dulce mano pequeña
Tocar como ciega tus ojos punzantes
Saborear tu sonrisa confiable
Y dibujarle a la noche
Los colores del escándalo

Más reseñas literarias en:

http://demoliendo.blogspot.com

martes

Milciades Arévalo El Viajero

El escritor colombiano Milciades Arévalo nace en el Cruce de los vientos (Zipaquirá), en el año 1943. Su vida transcurre, en buena parte, conociendo el mundo en un barco y leyendo. Y cumpliéndole la promesa al capitán Ariel Canzani de fundar una revista donde le daría cabida a todos los escritores marginados, viejos y jóvenes, conocidos y desconocidos. Así, en 1972 ve la luz “Puesto de Combate” que, aunque con este nombre diera a entender lo contrario, no tenía que ver con ninguna tendencia ni política ni literaria.

Milciades Arévalo cree en la libertad. Sobre todo en la libertad literaria. Esta revista, uno de los grandes milagros de Colombia, sobrevive ante la fatalidad de la publicaciones fugaces y por estos días cumple con 73 números.
En esta revista dio a conocer a muchos escritores y poetas. Entre ellos, a Raúl Gómez Jattin, quien fue su amigo y a quien acompaño en la poesía y en la locura. Le debemos a la terquedad de Milciades conocer la obra de Jattin de quien el mismo diría “Raúl Gómez Jattin, una de las voces más auténticas de la poesía colombiana actual. No hay en sus versos resonancias que en otro tiempo pregonaron y magnificaron poetas como Rimbaud, los poetas del surrealismo, la generación Beat, sino la esencia misma del que ha vivido, amado y leído mucho”.

Milciades Arévalo, quien no pertenece a ninguna generación ni aparece en antologías, y que desprecia la fama y sobre todo a los escritores presumidos como lo afirma en la frase “todos los hombres son poetas alguna vez en la vida, pero los verdaderos poetas son irrepetibles. Los poetas de mi país parecían ungidos por la gracias de Dios y no por la vida…Tal vez por eso eran estridentes, vanidosos, bulliciosos, envidiosos y desleales” (del libro “Cenizas en la ducha”).

Viaja a París como un ser anónimo y la ciudad es retratada en la mayoría de sus cuentos. Sus textos están cargados de realidad y fantasía, de historias de vida mezcladas con viajes de marinero. También está presente la actualidad colombiana. El amor se manifiesta en su obra de una manera cruel, tomando la soledad de los seres humanos que nos impide acercarnos al otro. "El amor ya no tiene sentido en un país de muertos", afirma Irlena, la protagonista de su novela "Cenizas en la ducha".
Su obra es erótica, angustiosa y en ocasiones cruel. Sus personajes transitan por lugares buscando amor o compañía, pero son seres ermitaños incapaces de amar o incapaces de ser amados. Entre sus libros se destacan “El oficio de la adoración” (relatos-1988), “Inventario de Invierno” (cuentos juveniles-1995) y "Cenizas en la ducha” (novela-2001).
Tiene varios inéditos, entre ellos, “Manzanitas verdes” (cuentos), “El jardín subterráneo” (teatro), “Galería de la memoria” (ensayo), “La loca poesía” (antología) y “El héroe de todas las derrotas” (novela).
Participó de los siguientes encuentros: "Conmemoración de los 10 años de la muerte de Pablo Neruda", Universidad Autónoma de Santo Domingo (República Dominicana, 1983), "Viaje por la Literatura Colombiana", realizado por el Banco de la República (1984), “Primer Encuentro Iberoamericano de Teatro" (Madrid, 1985), con presentación de su obra "El jardín subterráneo" en Madrid, Granada, Palma de Mallorca y Toledo. Y realizó los tres encuentros de Revistas y Suplementos Literarios de la Feria del Libro en Bogotá 1988-1990 y el “Primer Encuentro de Revistas Culturales de América Latina y el Caribe” invitado por Casa de las Américas, en 1989. Fundó la Sociedad de la Imaginación.

El caballo del viento y la muchacha desnuda

Un sueño es una escritura, y hay muchas
escrituras que sólo son sueños.
Umberto Eco

El día que leí mi primer poema comenzó mi desgracia.
Si bien es cierto que ya había leído a Blake y a los poetas judíos de Toledo, todavía no era capaz de confundir a la congregación con poemas de este tenor: Ecia vlume veldé, eninoc qu, que en idioma vulgar no era otra cosa que una letanía de amor. Tal vez por eso y sólo por eso, y también para castigarme contra las tentaciones de la poesía, el prior del monasterio me mandó a refrescar el magín al río.
No había terminado de saborear el agua, que a esa hora de la tarde era de vidrio, vi a unas muchachas bailando en la orilla opuesta al son de un laúd, tanto que no parecían lo que eran sino plantas ornamentales, flores, parte del paisaje -digo, es un decir-. ¡Oh, hermosas muchachas!
Para comprobar lo que veían mis ojos, presto me zambullí en lo más terrible de la corriente, luchando a brazo partido contra la muerte, desorientado como un pez en extrañas aguas. A punto de saborear mi primer triunfo contra las tentaciones del demonio, las muchachas comenzaron a gritar en coro: "¡Cuidado con las serpientes! ¡Cuidado con la fauna acuática! ¡Cuidado con lo que no ve!", porque a decir verdad yo parecía un tronco a la deriva. Tan pronto hube llegado a la orilla opuesta sentí como un suspiro de agonías y caí de rodillas ante la más bella.
Ella se quedó mirándome como si acabara de encontrar la dicha, para que las demás muchachas se murieran de envidia o se tiraran los pelos de pura rabia o se fueran a sus casas a morderse los labios delante del espejo y nos dejaran solos para besarnos de la manera más deliciosa
Después de muchas cabriolas y equilibrios, ella desenfundó mi sexito, duro y templadito como un puñal de acero y comenzó a cabalgar sobre mí cuerpo corriendo desbocada, descocada, vaiviniéndose, haciendo olas con su pelo, ¿qué podía hacer yo bajo su cuerpo de luna refulgente? -¡Válgame Dios!-. Ella no quería oírme, sólo huir hacia ninguna parte, sentadita sobre mi puñal de tormento, con el pelo al viento, sin zamarros ni espuelas de plata.
Cuando empezaron a sonar las campanas para la víspera, ya no había nada más que hacer, ni caballo ni muchacha desnuda huyendo sobre el lomo del viento, sólo la mañana de un nuevo día temblando entre los árboles, vino el prior a buscarme. Al verme en tal estado, desnudo y hambriento, enredado entre las zarzas de mi propia desgracia, con el seso perdido de un miserable Lázaro, me preguntó qué había pasado conmigo.
Todo se lo conté. Sin embargo, fue como si no me oyera. En volandas me trajo de regreso al monasterio y me puso a comer arañas en un rincón de la biblioteca de la venerable congregación, para que no olvidara jamás mis propósitos iniciáticos y pudiera dedicar mis horas de holganza a otros virtuosismos más doctos que el amor.
Desde entonces, heme aquí, tratando de olvidar todo lo acontecido a la orilla del río, en el sendero del bosque donde aún pastan el caballo del viento y la muchacha desnuda.

(Cuentos del libro “El héroe de todas las derrotas)

La carpa de las maravillas

A la orilla del río Sinú, en los bares de Montería, a la entrada de Ayapel, por las vegas del San Jorge, en las calles polvorientas de Ciénaga de Oro, en el atrio de San Benito Abad, en las corralejas de Majagual, en la plaza de mercado de Cereté, en pueblos miserables de cuatro casas de palma donde la gente no hacía sino esperar que pasara un año para seguir esperando el año siguiente, a donde quiera que iba bello era el sol, el canto de los pájaros, el paisaje, las mujeres...
La poesía estaba en todas partes y el viento me bañaba la piel.
Un viernes de hastío llegué a Magangué, un puerto sin importancia a la orilla del río de La Magdalena, con calles destapadas, depósitos de arroz y mosquitos que zumbaban por todas partes. Como el más perdido vagabundo me puse a deambular bajo el sopor del día, pero a esa hora los habitantes del lugar debían estar echando la siesta detrás del mosquitero o bebiendo cerveza: no había ni un alma en las calles.
Al pasar por el cementerio vi salir llorando a una hermosa dama enlutada. La seguí hasta La Carpa de las Maravillas, el circo más pobre que jamás habían visto mis ojos.
-Señora, ¿por qué llora con tanta lástima? - le pregunté.
En medio del calor que nos envolvía alcancé a escuchar los rugidos de las fieras disputándose la comida con los payasos. Con entereza me contó que a su bien amado Asmodeo lo había matado, no el león del circo sino un espectador en la función del domingo anterior por haber dicho que "el arte era revolucionario". Tratando de enmendar mi torpeza y le pregunté:
-¿A qué horas comienza la función?
-A las siete en punto –dijo y entró al circo.
Mientras abrían la taquilla fui al parque a vender retratos de novias muertas, poemas de amor, estampitas de la virgen a punto de lo indecible, cristos agonizantes, polvos infalibles para el amor, afrodisios para erguir el miembro, ungüentos de acónito contra males inconfesables y pócimas para despertar a los sonámbulos y engañar a la muerte, mercancías que venía subastando por un almuerzo, la posada en un hotel, la entrada a un fandango, el viaje en chalupa... ¡Maldición! Cuando me acordé del circo ya eran las siete. Fui corriendo a comprar un boleto de primera fila para ver de cerca el temblor del miedo, la agilidad de los volatineros y la destreza de las contorsionistas.
Dentro de la carpa todo mostraba un gran deterioro y a la vez la dignidad envidiable de quien por puro orgullo prefiere morirse de hambre antes que pedir limosna por principios estéticos.
-“Si esto no fuera un circo - pensé -, si el arte no se confundiera tanto con la vida ni la realidad con la poesía, el señor Fellini tendría que hacerle una venia a estos artistas que hacían de su infortunio una virtud, engrandeciendo el arte circense a cambio de unos miserables aplausos que les regalaba el público. El público no daba sino su risa, porque hasta para reír éramos, no los habitantes de un país surreal y mágico sino de analfabetas”.
Ya eran las ocho y la función no comenzaba. El cansancio se iba apoderando de los espectadores. No éramos más de 20 personas, en su mayoría bateleros, mecánicos, empleados del puerto, dos mujeres embarazadas, un vendedor de batán, tres niños y una muchacha de pollerines escandalosos. El recaudo de la taquilla no alcanzaba para que la trouppe pudiera comprarse un plato de sopa.
Cuando el público comenzó a impacientarse, el maestro de ceremonia, un flaco con dientes de aserrín, anunció por el altavoz de cartón todas las maravillas que nos iban a representar esa noche en memoria del bien amado Asmodeo y de todos los cirqueros que habían muerto por revolucionar el arte circense.
-Con ustedes... ¡Maaiiiira la trapecista!
Una espigada muchachita color aceituna, no mayor de 15 años, cubierta apenas por un bikini rojo y el pelo recogido en la nuca en forma de colita de caballo, trepó por la cuerda floja contorsionándose como una lagartija al punto que ninguno de los espectadores dejó de admirarla por un segundo, tanto que los 10 pesos que habíamos pagado por la boleta nos parecieron miserables comparados con la destreza de Maira, la hija predilecta de los trapecistas del mundo.
Maira, que era cajera, saltimbanqui, trapecista y también mamá, tan pronto terminó su actuación se puso a vender golosinas entre los asistentes mientras Rambo, un karateca de barrio chino nos hacía temblar, no por lo osado de su acto sino por su falta de pericia en el lanzamiento de los cuchillos, muchos de los cuales quedaron clavados en el entarimado del palco. Tal vez por eso el público no aplaudió como correspondía. El público es muy desagradecido con los artistas; siempre esperan ver sangre.
El maestro de ceremonia sacudió el polvo de su deslucido frac y acto seguido anunció a Ofrandé, "la adivinadora del porvenir". El pálido de su tez, las ojeras, el cabello... Cualquiera hubiera podido pensar que se trataba de un ser llegado de otro mundo y no la misma dama que horas antes yo había visto llorar en la puerta del cementerio llorando por el alma del bien amado Asmodeo, quien en esos momentos debía estar revolcándose en su tumba.
Le pedí que me revelara el porvenir. Después de examinarme la palma de la mano con sumo detenimiento, concluyó que yo iba a morir ahogado en las embravecidas aguas del Atlántico. Seguramente pensó que yo era un pirata porque tenía los ojos de agua y el rostro de agua, para que todos aquellos que me vieran una sola vez se acordaran por siempre de mí navegando sobre el lomo del río que un día se llevó mi alma y la depositó en el bosque de sal donde habita el ánima de los ausentes.
-Ofrandé, no juegues con la sed de los sedientos –le pedí.
-Lo dicen las líneas de tu mano.
Desde entonces estoy por creer que fue un sueño que alguna vez soñé porque yo jamás estuve en Magangué.

Tras las huellas de mi padre

Tras las huellas de mi

padre

Por: Johanna Marcela Rozo Enciso
mujerdeniebla29@yahoo.es

Las preocupaciones del ser humano giran en torno al mismo tema, de dónde venimos, para dónde vamos, si somos dueños de nuestro destino o no. La propuesta del artista Logan Mauricio Delgado Miranda ahonda esta última pregunta. Una obra basada en la investigación de la vida íntima del pintor Amadeo Modigliani y sus problemas con el alcohol, pero también una propuesta visceral construida a partir de la relación con su padre, quien muere muy joven dejando al artista pamplonés con grandes interrogantes sobre quién controla nuestro destino; y si es justo dejarse manipular por elementos ajenos a nuestra conciencia.

Como figura representativa toma la puerta. Fotografías de las puertas de bares y centros nocturnos de la ciudad, que de día solo son puertas cerradas, al parecer los abismos profundos del ser humano y su dependencia de los elementos del entorno, sólo se abren en la complicidad de la noche. Naturalmente las botellas son el principal elemento de la obra de Logan Delgado, las botellas vacías, la botella que no significada nada después de consumida; como representación de los sismos interiores, de la angustia que golpea las venas y de la vida que se va malgastada entre las botellas.

Del inicio de su obra el artista comenta: “las cosas poco a poco fueron cambiando, cuando mi conciencia era más fuerte y mis ideas más claras, cuando estaba conociendo el mundo y aprendía de los errores de los demás; abro los ojos y para mi asombro estoy frente a uno de los problemas más grandes de esta sociedad, el alcoholismo, que empezó a hundir a mi padre muy lentamente…”

Esta obra incluye un performance y un trabajo fotográfico de los recorridos que por la ciudad puede hacer un alcohólico, además de instalaciones en diferentes orbes de Pamplona.

Los dejo con esta reflexión tomado de Kent follett el escándalo Modigliani


“En realidad, no creo que la vida sea así. En la vida real, circunstancias ajenas a nuestro control son las que suelen decidir nuestra vida o nuestra muerte, que seamos felices o desdichados, que hagamos fortuna o lo perdamos todo. Por ejemplo: la mayoría de los ricos lo son por herencia. Casi todas las personas bien alimentadas tuvieron la suerte de vivir en un país desarrollado. Una inmensa mayoría de los seres felices nació en el seno de familias amantes; sin embargo, los desdichados fueron hijos de padres locos.”

ENCUENTROS URBANOS


ENCUENTROS URBANOS

Por: Johanna Marcela Rozo
mujerdeniebla29@yahoo.es

Este es uno de los encuentros maravillosos y etéreos con los que un lector puede tropezarse en sus búsquedas de libros y autores. Con la frescura que su edad y su descendencia caribe le permite; Víctor Menco Haeckermann nos ofrece una crónica hecha en la Bogotá fría e indiferente que todos conocemos, una visión serena de esos encuentros fugaces en medio de los paisajes urbanos y paralizantes que nos entrega la capital. Un asfalto con caminos que tal vez no lleguen a ninguna parte y que nos convierten siempre en transeúntes sin destino, en extranjeros... Sin más los dejó con Víctor Menco Haeckermann y sus recorridos urbanos.


BOGOTÁ REGGAE
Una de las crónicas ganadoras de la convocatoria “Bogotá por Bogotá” (2007)
Por Víctor Menco Haeckermann

Hace pocos días que estoy en la Capital y no conozco a casi nadie. He salido a cenar a la calle y me he extraviado. Afortunadamente, me topo con un sujeto que me han presentado unos días atrás: Orlando, una de las diez personas que conozco en una ciudad con 10 millones de habitantes. Le pregunto por un lugar donde comer. “¿A las 10 de la noche?, difícil. Vas a tener que probar por esa calle”, dice, y me da unos números que supuestamente son la dirección, pero que entiendo como los resultados de la lotería. Sigo sus indicaciones: todo está cerrado. Precisamente el azar hace que me encuentre con Orlando una vez más. Me sugiere que lo acompañe a comprar una botella de ron e ir a La Candelaria a comer. Vamos por la botella. Luego, me presenta a dos amigas y a su novia. Tomamos una buseta que va por toda la 26 y llegamos al Centro, que para Orlando estaba a una botella de distancia.

El centro es como una mujer hermosa con sida, y mi amigo y yo penetramos en ella. Pasamos por las fascinantes ruinas del Hotel Continental y ascendemos hasta las casas coloniales de La Candelaria, mientras los indigentes pululan, emergen de los adoquines. En un sitio de ventas de arepas hago mi pedido. Un grupo de indigentes llega a pedirle monedas a Orlando, y él se las arroja como si estuviera jugando rana. A ellos se les suma una señora con un bebé en brazos. Orlando, al ver que ha quedado sin municiones, le dice: “No, señora, qué pena, se me acabaron las monedas”. “Yo no quiero monedas, ¡quiero billetes!”, responde ella, y nos lanza insultos mientras caminamos apresuradamente hacia otro lugar. Lo más cercano que encontramos es a un bar de salsa, pero como el ambiente no convence a las muchachas nos arrojamos una vez más a la calle. Y allí afuera, esperándonos, está la señora del bebé en brazos que apenas nos ve continúa con las amenazas. Caminamos rápido, lo más rápido que podemos, y muy juntos, vigilando nuestras espaldas.

La huída nos ha llevado a un bar reggae, donde, para poder entrar, el portero le exige a mi amigo que le muestre su documento de identidad. Para su sorpresa, Orlando saca una de esas cédulas que en estos días deberían tomarse como certificados de defunción, y entramos. Todo el que llega, se quita la ropa lo más que puede y queda como si transitara por una calle de un pueblo del Caribe. Al fondo, los casilleros parecen vestidores. La música, como puede, se abre paso entre la multitud. Yo todavía no accedo a desvestirme (el frío de la calle lo he traído conmigo), a pesar de las advertencias de Orlando con respecto a lo que pasará a la media noche. En efecto, llegada la media noche los dueños del bar encienden, como parte del espectáculo, una hoguera en el centro de la pista de baile, ante los gritos de júbilo de la gente, y se me hace imposible continuar con tanta ropa encima. El fuego ilumina los rostros de una pareja que discute a mi lado: un rasta cara de "podrido" le dice a su chica –una niña "bien", de piel blanca, cabello negro y liso, cuerpo perfecto y 100 % natural– que consuma moderadamente. Ella asiente. Me pide permiso para pasar y me hago a un lado. Va acompañada de una amiga a hacer la fila del baño. Al cabo de un rato, a mi también me dan ganas de ir al baño. El de los hombres siempre está desocupado. En cambio, el de las mujeres tiene una fila extensa. Al salir del baño, veo que las dos chicas también lo hacen. Pero no se devuelven a la pista, sino que van a hacer la fila nuevamente. Muchas de las chicas que hacen la fila entran en grupos de dos o tres y salen limpiándose la nariz.

Vuelvo a la pista. Al parecer, el rasta no se irrita, aguarda bailando solo, como muchos otros cuyas chicas han preferido armar la fiesta en el baño. De repente, la del rasta y su amiga aparecen bailando una vez más a mi lado, van y vienen, una y otra vez. Las canciones entran por la piel, sudorosa, y yo percibo en cada tema un pedazo de mi infancia, y siento que ahora todos bailamos como niños. Se me viene a la mente la imagen de mi hermana mayor cuando era adolescente y bailaba reggae sin preocuparse por saber qué era lo que bailaba. Dejo ir la imagen porque siento que alguien me ha clavado un codazo en la espalda. Me doy vuelta, y allí, al frente mío, está la nena del rasta. Su sonrisa me enseña unos labios con un piercing que parece servirle de cerrojo cuando quiere callar. "Discúlpame, mi vida", dice, y regresa a bailar con su pareja. Pero, esta vez, dándome la espalda, se me acerca disimuladamente y se frota en la mía, como un oso que se rasca contra un árbol.

Decido irme. Me despido fugazmente de mis fugaces amigos y llego hasta la puerta. Afuera llovizna. En un día capitalino normal, se le teme al asfalto: Los transeúntes llevan prisa no porque vayan tarde, y utilizan las calles porque es la única manera de llegar a algún lugar. Van deseando tener alas para no encontrase con nadie. Y ahora, con lluvia y de madrugada, ni los taxis salen. "Parece una ciudad en guerra", me ha dicho días antes una amiga bogotana que se siente turista en su propia tierra. Como en la Berlín de la II Guerra Mundial, la vida se cocina y se descarga al interior de los burdeles y discotecas (únicos lugares donde los soldados enemigos tenían prohibido agredirse), mientras afuera transitan a gran velocidad unos pocos carros blindados. Decido salir a caminar sobre la lluvia que descansa en el piso. Hay un testigo de mi hazaña: una estatua enclavada en un balcón colonial.

Víctor Menco Haeckermann. Escritor, poeta y cantautor del Caribe colombiano. Finalizó estudios de Lingüística y Literatura en la Universidad de Cartagena. Antologado en los libros "Encuentos" (2009), del Festival de Poesía Alternativa de La Guajira; "Bogotá por Bogotá" (2008), del Fondo de Promoción de Cultura de Bogotá; y "Antología del Cuento Corto del Caribe Colombiano" (2008), tras ganar el Premio de Minicuento de la Universidad de Córdoba 2008. Autor de dos obras teatrales, tiene un libro de cuentos inédito. Ha sido invitado a participar en un sinnúmero de recitales y eventos en todo el país, y sus textos han aparecido en diversas publicaciones: El Meridiano, El Universal, Hoja Blanca, Fractales (UniJaveriana), Unicarta (UniCartagena), Agenda Cultural (UniTecnológica de Bolívar), entre otras. El crítico Ariel Castillo lo catalogó, en el periódico El Heraldo, como “un autor dotado para el arte de narrar”. Su blog: http://www.manuscritosendigital.blogspot.com

CASA DE HIERRO

CASA DE HIERRO
La fortaleza de la palabra

Por: Johanna Marcela Rozo
mujerdeniebla29@yahoo.es


Desde la ciudad de Barranquilla y con la fortaleza que solo las mujeres y sobre todo las mujeres poetas, tienen; trabaja la Fundación Artística Casa de Hierro desde el año 2003, liderada por la joven poeta Fadir Delgado y la escritora Fabiola Acosta, que con su equipo de trabajo han logrado fortalecer procesos culturales, de promoción de lectura y talleres de creación para niños y jóvenes. Casa de hierro que toma el nombre del poemario de Fadir Delgado, lidera experiencias socioculturales en la ciudad de Barranquilla, con el propósito de fomentar formas de comunicación y convivencia. Las experiencias de la institución se encuentran enmarcadas en los ejes de identidad, memoria, narración, convivencia y resolución de conflictos.

Este trabajo es digno de ser valorado, por que los poetas, además de ser creadores de sus propias derrotas y aciertos, cumplen en la mayoría de los casos anónimamente con una función social al aparecer invisible para el estado. Estás poetas son además gestoras culturales, tejedoras de sueños y ellas con su trabajo nos hacen creer que en este país todavía es posible soñar, soñar con un país reconstruido con palabras.

Uno de los programas más importantes se denomina Poetas bajo Palabra que se realiza desde el año 2006 como una propuesta de sanación y libertad que promueve a través de la poesía la convivencia, la reconciliación, la escritura y el ejercicio de la lectura. Es una experiencia que lleva la poesía a las cárceles para aportar al proceso de resocialización de los reclusos y reclusas de la ciudad y el departamento del Atlántico.

La inclusión ha sido uno de los ejes fundamentales de Casa de Hierro que desde el 2003 desarrolla Talleres artísticos a la Terraza con el objeto de promover otras sensibilidades y formas de ver entre niños y niñas, y revitalizar un espacio de tradición como lo son las terrazas en el Caribe colombiano. De igual forma también se desarrolla durante el año, el espacio Lecturas en la terraza para abrir desde la palabra literaria formas de comunicación entre ciudadanos y ciudadanas.

Y como otra forma de lectura, desde la imagen la Fundación viene desarrollando desde el 2003 Cine en el barrio, actividad que plantea imaginarios, percepciones y diálogos colectivos entre el público infantil, ciudadanos y ciudadanas en general.

Podríamos nombrar la infinidad de actividades, la cantidad de corazones atrapados por la lectura, las almas rescatadas y liberadas a través de la literatura que Casa de Hierro, a través de Fadir Delgado, Faleimy Delgado, Fabiola Acosta, Luis Altamar, Mauricio Angulo, Jorge Triana y Haroldo Varela han logrado. Pero por ahora quiero invitar al apoyo y reconocimiento de este tipo de fundaciones que hacen posible habitar este territorio en ocasiones inhumano. Ver más en: http://fundacioncasadehierro.blogspot.com

El arte colectivo una expresión presente

El arte colectivo una expresión presente

Por: Johanna Marcela Rozo Enciso
mujerdeniebla29@ yahoo.es

El colectivo Rayuela de Pamplona desde el año 2007 ha realizado una serie de eventos enfocados a la integración de las artes enfatizando este trabajo en artes plásticas, música y poesía. En Miradas Diversas que ya completa sus tres versiones se invitaron artistas de diferentes técnicas, conceptos artísticos y además se innovo con la exposición de poesía o lo que algunos llamaron poesía mural.


En el evento improvisaciones buscó una creación colectiva a puerta cerrada; es decir el artista con el artista y logró reunir a músicos, pintores y poetas de Cúcuta y Pamplona en un mismo lugar improvisando unos para otros y creando a partir de la melodía, la palabra y la visión del otro, contando con la presencia del poeta Oscar Shonewolff Romero.


Y el último evento que ha estado en exposición durante los últimos tres meses en el Museo Anzoátegui de Pamplona denominado Encuentros tuvo como principio de convocatoria las instalaciones; forma moderna de hacer arte, en esta ocasión la participación de las mujeres fue notoria sin que el colectivo RAYUELA se lo propusiera, Magdalena Velazco, Geraldin Gelvez entre otras en poesía. En arte plástico Astrid Vanegas con su obra “Desaparición del Río Chíquito”; una obra que nos invita a reflexionar sobre las pérdidas ecológicas e históricas que hemos tenido para disfrutar de las construcciones modernas que resultan vacías y superfluas. Gerardo Restrepo presenta una obra extrema a partir de fruta podrida y de la fruta como color demostrando la decadencia humana. Y para cerrar la obra “AA” de Logan Mauricio Delgado serie de instalaciones con materiales poco convencionales vidrio roto, tinta y sangre sobre madera, atravesados por una serie de escritos.


Este evento tuvo como apertura un recital de las poetas participantes para reflexionar sobre la creación literaria y la integración de la poesía con las otras artes y tendrá su cierre el próximo mes con un conversatorio de artistas plásticos, para interactuar ante un público debatiendo la obra misma y la creación conceptual de cada una de ellas.
Aquí una muestra del evento: